La madre no hizo más que divisarla y le gritó: —¡Y bien, hija mía!. —¡Y bien, madre mía!, respondió la malvada niña echando dos víboras y dos sapos. —¡Cielos!, exclamó la madre, ¿qué estoy viendo?. ¡Su hermana tiene la culpa, me las pagará!, y corrió a pegarle. La pobre niña corrió y fue a refugiarse en el bosque cercano. El hijo del rey, que regresaba de la caza, la encontró y viéndola tan hermosa le preguntó qué hacía allí sola y por qué lloraba tanto. —¡Ay!, señor, es mi madre que me ha echado de la casa por que todo lo malo que pasa dice que es culpa mía. El hijo del rey, que vio salir de su boca cinco o seis perlas y otros tantos diamantes, le rogó que le dijera de dónde le venía aquello. Ella le contó toda su aventura y porqué tenía ese don. El hijo del rey se enamoró de ella, y considerando que semejante don valía más que todo lo que se pudiera ofrecer al otro en matrimonio, la llevó con él al palacio de su padre, donde se casaron al poco tiempo. En cuanto a la hermana, se fue haciendo tan odiable, que su propia madre la echó de la casa; y la infeliz, después de haber ido de una parte a otra sin que nadie quisiera recibirla, se fue a morir al fondo del bosque. Moraleja: Las riquezas, las joyas, los diamantes son del ánimo influjos favorables, Sin embargo los discursos agradables son más fuertes aun, más gravitantes. Conclusión: La honradez cuesta cuidados, exige esfuerzo y mucho afán que en el momento menos pensado su recompensa recibirán.
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